Nunca en la historia del animal porcino viose tal insulto a los atributos del mismo. Me refiero a que el salami, ese producto de color inapropiado, con ese regusto (el retronasal) a “pipa, cacahuete o variedad almendrada” lo hace uno de los productos más insipidos y desgraciados del cerdo.
Pregunta por ahí cual es el embutido preferido. Unos dirán que el chorizo, otros el bacon, los de más allá el jamón serrano y los de más acá el jamón dulce. Pero no se me ocurre pensar, y dejo constancia de que yo he preguntado por ahí y por aquí, que alguien pueda tener al Salami como alimento de preferencia.
Por jugar, ni lo hace en segunda. Como el polvorón, que al menos se codea con el high-society de la mesa (admitamos que compite con colosos de la cocina). No, el salami es la vil traición de una cesta de la compra hecha demasiado deprisa.